La decisión de Arabia Saudita de rechazar un plan internacional para limitar la producción de petróleo podría dejar al borde del precipicio a otros productores en momentos en que la caída de los precios del crudo se apresta a cumplir dos años.
Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de petróleo, echó por la borda las esperanzas de países como Rusia, Venezuela y Angola, que trataban de lograr un acuerdo para congelar la producción a los niveles de enero y empezar a regular el exceso de suministro que ha hundido los precios. Casi la mitad de los países que participaron en las negociaciones en Doha, como Irak, Nigeria, Angola, Ecuador, Venezuela y Azerbaiyán, buscaban algún respaldo financiero internacional.
En el caso de Venezuela, el presidente Nicolás Maduro había caracterizado las negociaciones entre los productores de petróleo como un primer paso hacia la recuperación de las cuentas fiscales en un momento en que se prevé que la economía volverá a contraerse este año conforme caen los ingresos petroleros. El Fondo Monetario Internacional proyecta un repliegue de 8% este año, lo que se suma a la caída de 5,7% en 2015.
La crisis se ha visto exacerbada por problemas de generación eléctrica y el gobierno no ha tenido más remedio que declarar feriados nacionales para conservar energía.
Sin mencionar ningún país, el ministro de Petróleo y Minería venezolano, Eulogio del Pino, dijo que la cumbre de Doha fue “saboteada” por decisiones de última hora. Al hablar con periodistas al margen de una conferencia en Moscú, manifestó que “lo que puede pasar ahora es que haya un desplome de los precios tan pronunciado que haga que la realidad nos impulse de nuevo a reunirnos”, según la página web de la estatal Petróleos de Venezuela SA.
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En Rusia, cuyo gobierno fue uno de los artífices del encuentro en Doha, el ministro de Petróleo, Alexander Novak, dijo ante la prensa que la incapacidad para lograr un acuerdo dilatará la recuperación de los precios del petróleo hasta mediados de 2017. El gobierno ruso contaba con un alza de los precios del crudo para sacar al país de la recesión.
Ahora, en lugar de congelar la producción este año “prevemos un crecimiento comparado con 2015”, señaló Novak.
Angola, uno de los 13 integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), busca ayuda del FMI mientras se prepara para una importante transición política.
“El gobierno de Angola está al tanto de que la alta dependencia del sector petrolero representa una vulnerabilidad para las finanzas públicas y la economía en general”, dijo este mes el ministro de Hacienda del país.
Azerbaiyán, que depende de las exportaciones de hidrocarburos para generar 75% de sus ingresos y que respaldó la reunión de Doha, también se ha reunido con el FMI con miras a un posible paquete de rescate.
Nigeria, un miembro de la OPEP cuya inflación ronda 13%, mantiene negociaciones con el Banco Mundial para que le ayude a cerrar un déficit fiscal que este año ascenderá a US$11.000 millones, según las proyecciones.
En Kazajistán, el petróleo aporta cerca de la mitad de los ingresos del fisco y el FMI prevé un crecimiento económico de apenas 0,1% para este año, frente a una expansión de 1,2% en 2015 y de 6% en 2013, antes del colapso de los precios del crudo.
Mientras tanto, los países más vulnerables empiezan a reducir la producción puesto que no cuentan con los recursos suficientes para realizar inversiones en el sector.
La producción de crudo de Venezuela, por ejemplo, descendió en cerca de 46.000 barriles al día en marzo comparado con el promedio de 2014. En Nigeria, a su vez, una nueva oleada de sabotajes ha retirado del mercado unos 189.000 barriles en el mismo lapso.
Se estima que la producción de Kazajistán caerá en 2016 por tercer año consecutivo debido a los recortes de gasto y a retrasos en la entrada en funcionamiento del gigantesco yacimiento de Kashagan. La producción de Azerbaiyán también retrocederá este año, según las estimaciones, debido principalmente al menor rendimiento del yacimiento ACG, operado por BP PLC.
Arabia Saudita está en una mejor posición para capear el temporal de los precios bajos. El reino conservaba reservas en moneda extranjera del orden de los US$582.000 millones a fines de febrero, según los datos del FMI, y planea establecer un fondo soberano que administraría unos US$2 billones. Araba Saudita también está en condiciones de aumentar la producción en cerca de 2 millones de barriles diarios cuando lo estime conveniente, según la Agencia Internacional de Energía, una capacidad que no tiene ningún otro país.
Los sauditas habían indicado su disposición a alcanzar un acuerdo en las negociaciones de Doha durante el pasado fin de semana. Los planes, sin embargo, cambiaron a último minuto, un día después de que el príncipe heredero Mohamed bin Salmán declaró a Bloomberg que el reino no alcanzaría ningún pacto si Irán no reducía su producción. Irán y Arabia Saudita han sido rivales desde hace mucho tiempo por poder e influencia en Medio Oriente.
Olivier Jakob, analista de la consultora suiza de energía Petromatrix, indicó que el ministro de Petróleo saudita, Ali al-Naimi, habría perdido credibilidad con Rusia y otros países en lo que habría sido un primer paso simbólico que podría haber conducido a una mayor colaboración entre la OPEP y los productores que no son parte del organismo.
Un funcionario de un productor del Golfo Pérsico que conoce la postura del reino dijo que los sauditas “saben que han perdido credibilidad, pero el reino no ha cerrado la puerta por completo a nuevas instancias de cooperación en el futuro”. Añadió que las negociaciones en torno a un recorte de producción se podrían reanudar “cuando la situación del mercado se aclare”.
Por Benoit Faucon, Selina Williams y Summer Said
WSJournal.com
Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de petróleo, echó por la borda las esperanzas de países como Rusia, Venezuela y Angola, que trataban de lograr un acuerdo para congelar la producción a los niveles de enero y empezar a regular el exceso de suministro que ha hundido los precios. Casi la mitad de los países que participaron en las negociaciones en Doha, como Irak, Nigeria, Angola, Ecuador, Venezuela y Azerbaiyán, buscaban algún respaldo financiero internacional.
En el caso de Venezuela, el presidente Nicolás Maduro había caracterizado las negociaciones entre los productores de petróleo como un primer paso hacia la recuperación de las cuentas fiscales en un momento en que se prevé que la economía volverá a contraerse este año conforme caen los ingresos petroleros. El Fondo Monetario Internacional proyecta un repliegue de 8% este año, lo que se suma a la caída de 5,7% en 2015.
La crisis se ha visto exacerbada por problemas de generación eléctrica y el gobierno no ha tenido más remedio que declarar feriados nacionales para conservar energía.
Sin mencionar ningún país, el ministro de Petróleo y Minería venezolano, Eulogio del Pino, dijo que la cumbre de Doha fue “saboteada” por decisiones de última hora. Al hablar con periodistas al margen de una conferencia en Moscú, manifestó que “lo que puede pasar ahora es que haya un desplome de los precios tan pronunciado que haga que la realidad nos impulse de nuevo a reunirnos”, según la página web de la estatal Petróleos de Venezuela SA.
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En Rusia, cuyo gobierno fue uno de los artífices del encuentro en Doha, el ministro de Petróleo, Alexander Novak, dijo ante la prensa que la incapacidad para lograr un acuerdo dilatará la recuperación de los precios del petróleo hasta mediados de 2017. El gobierno ruso contaba con un alza de los precios del crudo para sacar al país de la recesión.
Ahora, en lugar de congelar la producción este año “prevemos un crecimiento comparado con 2015”, señaló Novak.
Angola, uno de los 13 integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), busca ayuda del FMI mientras se prepara para una importante transición política.
“El gobierno de Angola está al tanto de que la alta dependencia del sector petrolero representa una vulnerabilidad para las finanzas públicas y la economía en general”, dijo este mes el ministro de Hacienda del país.
Azerbaiyán, que depende de las exportaciones de hidrocarburos para generar 75% de sus ingresos y que respaldó la reunión de Doha, también se ha reunido con el FMI con miras a un posible paquete de rescate.
Nigeria, un miembro de la OPEP cuya inflación ronda 13%, mantiene negociaciones con el Banco Mundial para que le ayude a cerrar un déficit fiscal que este año ascenderá a US$11.000 millones, según las proyecciones.
En Kazajistán, el petróleo aporta cerca de la mitad de los ingresos del fisco y el FMI prevé un crecimiento económico de apenas 0,1% para este año, frente a una expansión de 1,2% en 2015 y de 6% en 2013, antes del colapso de los precios del crudo.
Mientras tanto, los países más vulnerables empiezan a reducir la producción puesto que no cuentan con los recursos suficientes para realizar inversiones en el sector.
La producción de crudo de Venezuela, por ejemplo, descendió en cerca de 46.000 barriles al día en marzo comparado con el promedio de 2014. En Nigeria, a su vez, una nueva oleada de sabotajes ha retirado del mercado unos 189.000 barriles en el mismo lapso.
Se estima que la producción de Kazajistán caerá en 2016 por tercer año consecutivo debido a los recortes de gasto y a retrasos en la entrada en funcionamiento del gigantesco yacimiento de Kashagan. La producción de Azerbaiyán también retrocederá este año, según las estimaciones, debido principalmente al menor rendimiento del yacimiento ACG, operado por BP PLC.
Arabia Saudita está en una mejor posición para capear el temporal de los precios bajos. El reino conservaba reservas en moneda extranjera del orden de los US$582.000 millones a fines de febrero, según los datos del FMI, y planea establecer un fondo soberano que administraría unos US$2 billones. Araba Saudita también está en condiciones de aumentar la producción en cerca de 2 millones de barriles diarios cuando lo estime conveniente, según la Agencia Internacional de Energía, una capacidad que no tiene ningún otro país.
Los sauditas habían indicado su disposición a alcanzar un acuerdo en las negociaciones de Doha durante el pasado fin de semana. Los planes, sin embargo, cambiaron a último minuto, un día después de que el príncipe heredero Mohamed bin Salmán declaró a Bloomberg que el reino no alcanzaría ningún pacto si Irán no reducía su producción. Irán y Arabia Saudita han sido rivales desde hace mucho tiempo por poder e influencia en Medio Oriente.
Olivier Jakob, analista de la consultora suiza de energía Petromatrix, indicó que el ministro de Petróleo saudita, Ali al-Naimi, habría perdido credibilidad con Rusia y otros países en lo que habría sido un primer paso simbólico que podría haber conducido a una mayor colaboración entre la OPEP y los productores que no son parte del organismo.
Un funcionario de un productor del Golfo Pérsico que conoce la postura del reino dijo que los sauditas “saben que han perdido credibilidad, pero el reino no ha cerrado la puerta por completo a nuevas instancias de cooperación en el futuro”. Añadió que las negociaciones en torno a un recorte de producción se podrían reanudar “cuando la situación del mercado se aclare”.
Por Benoit Faucon, Selina Williams y Summer Said
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