¿Habrá acuerdo para sellar un trato entre el Mercosur y la UE?
Bolivia está por unirse a
las filas del Mercosur. Cabe preguntarse si, de aquí a ese momento, el
grupo se habrá librado de lo que muchos analistas describen como uno de
sus puntos más débiles: su tendencia al proteccionismo.
Algunos de los factores que atentan contra las
ambiciones del Mercado Común del Sur están fuera de su control, pero
otros obstáculos son puestos por sus propios miembros: Argentina,
Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela.
A su paso por Bruselas, París y Berlín, el
presidente de Argentina, Mauricio Macri, ha sido recibido en los últimos
días como portador de buenas noticias; no sólo sobre el proceso de
apertura económica que tiene lugar en su país, sino también sobre la
disposición de los socios del Mercado Común del Sur (Mercosur) a retomar
la negociación de un tratado de libre comercio con la Unión Europea
(UE), estancada desde 2004 y relanzada a paso lento en 2010. Pero el
hecho de que el liderazgo de Macri en esta materia fuera elogiado en el
bloque comunitario no significa que la consumación de ese pacto
birregional sea inminente. Al contrario.
En entrevista con DW, Detlef Nolte,
vicepresidente del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales
(GIGA), y Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y
Política (SWP), coinciden en que estos tiempos no son auspiciosos para
un acuerdo de libre comercio Mercosur-UE. “Los cambios políticos
recientes en Argentina y Brasil favorecen la búsqueda de un convenio,
pero tan pronto la mayoría de los británicos votó porque el Reino Unido
abandonara la UE, las cosas se hicieron más difíciles”, dice Nolte,
recordando que, de cara a Bruselas, Londres compartía un interés
estratégico con los integrantes del Mercosur.
Tanto a los productores agropecuarios
británicos como a los sudamericanos les conviene que la UE liberalice el
mercado comunitario. Tras el “brexit”, los mercosureños tienen menos
apoyo en Bruselas en su pugna con el robusto lobby agrario de España,
Francia, los Países Bajos, Polonia y otros cinco Estados. “Aparte de
lidiar con la retirada del Reino Unido, la UE tiene dos megaproyectos en
marcha: la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión
(TTIP, sus siglas en inglés) y el Acuerdo Económico y Comercial Global
(CETA), que negocia con Canadá. Abrirse ahora al MERCOSUR sobrecargaría a
las instituciones europeas”, acota Maihold.
Problemas puertas adentro.
Los otros factores que atentan contra este y otros objetivos del
MERCOSUR hay que buscarlos en el seno mismo de esa unión subregional,
fundada por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en 1991, y ampliada en
2012 para incluir a Venezuela. “El Mercosur no se encuentra en la mejor
de sus etapas. La situación política de Brasil y la crisis interna de
Venezuela hacen que sus prioridades sean incompatibles con las de sus
socios más estables”, señala el experto del SWP. Este martes, el
canciller brasileño, José Serra, dijo estar convencido de que la
presidenta de su país, Dilma Rousseff, sería destituida definitivamente
por el Senado.
Ese mismo día, Serra propuso que se
pospusiera hasta agosto la decisión de traspasar o no a Venezuela la
presidencia temporal del Mercosur, debido al debate en torno a la
inestabilidad del Estado caribeño. Uruguay insiste en que Venezuela
asuma el mandato, pero Paraguay alega que el timonel de esa alianza debe
tener paz para cumplir su misión cabalmente. “El mandatario venezolano,
Nicolás Maduro, va a hacer todo lo posible porque su país ejerza la
jefatura del MERCOSUR porque eso le permitirá proyectarse más fácilmente
en la escena internacional y buscar la forma de apuntalar su posición
de poder”, pronostica Maihold.
Nuevos y viejos lastres.
“Esta situación sólo se resolvería si la propia Venezuela renunciara a
su turno; la prueba de fuego de la diplomacia brasileña es persuadir a
Caracas de hacerlo”, comenta Maihold. “Por otra parte, los brasileños
están sopesando la posibilidad de derogar la regla del Mercosur que le
prohíbe a sus miembros suscribir individualmente tratados de libre
comercio con otros Estados o uniones comerciales. Si Brasil da ese paso y
el MERCOSUR permite que sus integrantes cultiven relaciones bilaterales
discrecionalmente, la actual configuración de ese proyecto subregional
quedará herida de muerte”, sostiene el especialista del SWP.
Bolivia está por unirse a las filas del
Mercosur. Cabe preguntarse si, de aquí a ese momento, el grupo se habrá
librado de lo que muchos analistas describen como uno de sus puntos más
débiles: su tendencia al proteccionismo. “El pasado 1 de julio, en la
cumbre presidencial de la Alianza del Pacífico, Argentina sintió presión
porque los países latinoamericanos que navegan con más viento en popa
son los que tienen tratados de libre comercio. Está por verse si el
estatus de observador de Argentina, Paraguay y Uruguay en la Alianza del
Pacífico propicia el acercamiento entre ese bloque y el Mercosur”,
apunta Nolte.
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