viernes, 15 de abril de 2016
España subvenciona los "no kilovatios" más que ningún otro país de la UE Más mecanismos de subvención para el gas y el carbón que en ningún otro país de la Unión
La Comisión Europea ha revelado esta semana que España es "el país con el mayor número de mecanismos de capacidad". Lo explicamos: estos mecanismos -ideados por los gobiernos- deben servir en teoría para asegurar el suministro de electricidad, es decir, para que no haya problemas de abastecimiento (cortes). ¿Y cómo nos aseguramos de que no haya cortes? Pues, por ejemplo, pagándole un cierto peaje a ciertas centrales térmicas para que estén paradas, pero en guardia, por si acaso hacen falta. [En la imagen, central termosolar Gemasolar, primera en el mundo que aplica la tecnología de receptor de torre central y almacenamiento térmico en sales fundidas; puede producir electricidad durante la noche, "hasta 15 horas sin aporte solar"].
Todas esas subvenciones y/o ayudas, a fondo perdido, no retribuyen la producción de electricidad, es decir, que no pagan kilovatios hora generados por esas instalaciones; pagan solo el hecho de que haya instalaciones disponibles para generar energía eléctrica en caso de que sea necesario. La pregunta es: ¿lo son? ¿Son verdaderamente necesarias todas esas ayudas y/o subvenciones a los "no kilovatios"? Cada vez son más los autores que creen que no son necesarias; y cada vez más los que sostienen que la ciudadanía podría haberse ahorrado muchos de esos miles de millones de euros en subvenciones al gas y al carbón; miles de millones de euros que han acabado engordando los balances económicos de unas muy pocas multinacionales: Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa... Pues bien, la Comisión Europea publicó ayer un informe (sobre mecanismos de capacidad de once países) que vendría a apuntar en esa dirección.
¿Evaluaciones, qué evaluaciones?
"Numerosos mecanismos de capacidad existentes -dice ese documento- se diseñaron sin evaluar previamente si en el mercado de referencia existía un problema de seguridad de abastecimiento" (o sea, que los gobiernos no estudiaron si de verdad eran necesarias -o no- esas subvenciones). Segunda crítica contenida en el informe: "muchos Estados miembros no evaluaron adecuadamente cuál sería la mejor forma de incrementar la seguridad de suministro" (en España, para solucionar el presunto problema de seguridad lo que decidieron los gobiernos -PP y PSOE- fue subvencionar al gas natural y al carbón). Y tres: en la mayoría de los países -dice la Comisión-, el precio pagado por capacidad en el sector de la electricidad "lo establece el Estado miembro o se negocia bilateralmente entre el Estado miembro y el proveedor de capacidad, lo que crea un riesgo grave de exceso de pago, subvencionando así al proveedor".
¿Y cuál es la situación en España?
En la España peninsular había, a 31 de diciembre de 2015, y según datos de Red Eléctrica de España (REE), 102.613 megavatios (MW) de potencia de generación de electricidad instalados. Pues bien, atentos a los datos: el año pasado, REE registró aquí la "máxima demanda horaria" el 24 de enero, entre las 19.00 y las 20.00 horas (44.107 megavatios hora, MWh), y registró la "máxima demanda de potencia instantánea" (el momento en el que más aparatos enchufamos todos los españoles simultáneamente a la red) el 4 de febrero, concretamente a las 19.56 horas (40.726 MW). Los registros máximos de 2015 quedaron así a años luz de la capacidad de generación existente a día de hoy en España. Muy lejos de los 102.613 MW de potencia de generación quedaron los 40.726 MW ("demanda instantánea"); y muy lejos también quedaron los 44.107 (de "demanda horaria"). Como también queda lejísimos la marca máxima de demanda de potencia media horaria de todos los tiempos: 45.450 MW, entre las 19.00 y las 20.00 horas del día 17 de diciembre de 2007.
Y llegamos aquí a otra de las claves de comprensión del sistema eléctrico
España necesita potencia firme para atender las necesidades de todos los consumidores, grosso modo potencia disponible para responder en un momento dado a un tirón de la demanda. Porque no podemos quedar al albur del sol, que no siempre luce, o a expensas de los caprichos del viento, que a veces sopla, y a veces no. La potencia firme la dan el carbón, el gas, el agua embalsada (los embalses son almacenes de electricidad), la nuclear y las centrales termosolares (que durante el día acumulan el calor del sol en sales –en grandes tanques de sales que funcionan como pilas- y durante la noche liberan el calor que contienen esas sales para generar con él electricidad). Pues bien, REE considera que "un escenario donde se asegure el suministro debe contar con un índice de cobertura no inferior a 1,1, ó, lo que es lo mismo, que presente más de un 10% de reserva de capacidad de cobertura de la punta de demanda prevista". ¿Y qué ocurre? Pues que el margen de cobertura ya estaba por encima de ese índice en 2008.
Y uno de los motivos de que ya en 2008 estuviéramos por encima del nivel de seguridad establecido por el operador del sistema eléctrico nacional (REE) es -fue, ha sido- el bum de los ciclos combinados. A 31 de diciembre de 2007, en España ya había casi 21.000 megavatios de centrales térmicas de ciclo combinado (instalaciones que queman gas natural para generar electricidad). Muchos megavatios -unos 15.000 millones de euros de inversión- fuertemente subvencionados por el gobierno, que ideó mecanismos varios para aliviar la tensión económica de los propietarios de esas instalaciones. Entre esas ayudas a fondo perdido, algunas son sencillamente sorprendentes, como los denominados "incentivos a la inversión", cuya cuantía fuera incrementada en un 30% en noviembre de 2011, dos días antes de que Rodríguez Zapatero perdiera las elecciones ante Mariano Rajoy, actual presidente en funciones. Así, el índice de cobertura mínimo peninsular -resultado de dividir el mínimo de potencia disponible entre la potencia demandada- supera hoy el 1,4.
La historia de este "incentivo" es delatora y ejemplo de lo que revela el informe que ayer publicó la CE
Vayamos por partes: los “pagos por capacidad” (que aparecen recogidos ya en una ley de 1997) retribuyen a ciertas instalaciones como se dijo grosso modo para que estén en guardia -tengan potencia disponible- por si acaso hay puntas de demanda y no sopla suficiente el viento. El concepto de “pagos por capacidad” incluye dos tipos de servicio: el susodicho incentivo a la inversión en capacidad a largo plazo y el servicio de disponibilidad a medio plazo. Pues bien, el primero -que es el pago más generoso de los dos- irá destinado "exclusivamente a promover la construcción y puesta en servicio efectiva de nuevas instalaciones de generación". La pregunta es: ¿había que promover, en el mes de noviembre de 2011, nuevas instalaciones? ¿Pero no había asegurado Red Eléctrica, ya en el año 2008, que el índice de cobertura era superior al 1,1? ¿Cuál es el motivo que conduce al PSOE -era entonces ministro de Industria Miguel Sebastián- a subir un 30% ese incentivo en noviembre de 2011, cuando ya hay en España más de 100.000 MW instalados?
Sea el motivo que sea, lucubraciones aparte, lo cierto es que, desde 2008, Red Eléctrica sabe que el suministro está más que asegurado. A pesar de eso, el último Ejecutivo PSOE incrementa en noviembre de 2011 el "incentivo a la inversión" (en un 30%), y el actual Ejecutivo PP –aunque neutraliza esa subida-, decide en 2012 mantener la ayuda (10.000 euros por megavatio y año durante veinte años). ¿Y qué supone esa ayuda? Pues pongamos un ejemplo: Endesa inauguró el 30 de marzo de 2011 la central de ciclo combinado Besòs 5, que "tiene una potencia de 859 MW y ha supuesto –según la compañía- una inversión de 436 millones de euros". Pues bien, si multiplicamos 859 MW por 10.000 euros y por veinte años, la cantidad obtenida ronda los 172 millones de euros, es decir, prácticamente el 40% de la inversión que declara Endesa. ¿Conclusión? Los consumidores están pagándole a Endesa y compañía (Iberdrola, Gas Natural Fenosa, etcétera) una buena parte de lo que cuestan sus instalaciones, multimillonarias inversiones que, además, no pueden ser justificadas por mor de la seguridad del sistema, un sistema que, desde 2008, está sobrado. Pues bien, ahora, la CE viene a abundar sobre el particular en su informe.
Más mecanismos de seguridad
Red Eléctrica de España define la interrumpibilidad como "una herramienta de gestión de la demanda que aporta flexibilidad y respuesta rápida para la operación del sistema ante situaciones de desequilibrio entre generación y demanda. Este servicio se activa en respuesta a una orden de reducción de potencia dada por Red Eléctrica a los grandes consumidores que sean proveedores de este servicio, principalmente, la gran industria". En castellano: si hay mucha demanda porque todos enchufamos los aparatos de aire acondicionado a la vez y resulta que en ese momento no hay generación suficiente porque no sopla el viento, no hay agua en los pantanos, no brilla el sol, las nucleares se han estropeado y están paradas, se acabó el carbón en las térmicas y no hay gas que quemar en las centrales de ciclo combinado... pues entonces el operador del sistema eléctrico nacional -Red Eléctrica de España- manda parar máquinas a los "interrumpibles" -grandes fábricas que consumen mucha energía, las citadas multinacionales- para que "liberen" esa electricidad (interrumpan su consumo) y podamos todos los demás enchufar esos aires acondicionados sin que se vayan los plomos.
Ese es el acuerdo: yo te pago a ti, gran consumidor-gran multinacional (una siderúrgica, por ejemplo) para que tú pares tus máquinas en un caso excepcional como ese. ¿Qué ocurre? Pues que el mix eléctrico nacional está tan diversificado que parece poco probable que, simultáneamente, se apague el sol, se calme el viento, se desconecten las nucleares, se acabe el carbón, no haya agua en los pantanos y estén ese día de vacaciones todos los 25.000 megavatios de centrales de ciclo combinado que en España son. El propio operador del sistema, REE, lo explica así: "a veces en el sistema eléctrico hay situaciones en las que no hay suficiente generación para abastecer toda la demanda, aunque no es algo habitual". No, no lo es. De hecho, son muchos los autores que sostienen que no hace falta la interrumpibilidad -no hace falta pedirle a nadie que interrumpa nada- dadas las formidables dimensiones de nuestro parque de generación eléctrica (más de 100.000 MW de potencia instalada), y dado el hecho de que la potencia máxima instantánea peninsular demandada no ha alcanzado nunca siquiera los 46.000 MW (el top se quedó -lo dijimos antes- en 45.450 MW: 17 de diciembre de 2007, a las 18.53 horas).
Más de 3.000 millones de euros en concepto de pagos por capacidad
Los consumidores españoles han pagado más de 3.000 millones de euros en concepto de pagos por capacidad solo entre 2008 (el año en el que REE ya dijo que el sistema era seguro) y 2015. Además, hemos pagado aproximadamente otro tanto en concepto de interrumpibilidad, aunque en el sector todo el mundo sabe desde hace muchos años que ese coste no es para la seguridad de suministro, sino para subvencionar multinacionales que amenazan con marcharse de España si no reciben esos dineros. El propio ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, se delataba en Televisión Española en 2013, en una entrevista emitida en el programa El Debate: la interrumpibilidad -decía entonces- es un concepto que está dentro de los costes del sistema "por el que a las grandes empresas que utilizan de manera intensiva la electricidad, de tal forma que, en su estructura de costes, la energía eléctrica puede suponer un 45, un 50% –estamos hablando de las que producen aluminio, las acerías, el cinc, etcétera–, como quiera que se les pide que estén dispuestas a interrumpir su suministro de electricidad en el caso de que se produzca un problema en el sistema... esa disposición a interrumpir, interrumpibilidad, tiene un precio".
"¿Y por qué 700 millones de euros al año? -se preguntaba a sí mismo Soria en Televisión Española-, pues porque de lo contrario esas empresas -muchas de las cuales emplean a cuatro, cinco o seis mil personas en España y tienen instalaciones que ya están amortizadas- dicen... si ustedes no pagan esta interrumpibilidad yo levanto la fábrica y me voy a otro país". Así lo explicaba Soria en 2013. ¿Insinuaba entonces el ministro, pues, que las empresas interrumpibles chantajean al gobierno? ¿Insinúa que el gobierno cede a ese chantaje? Sea como fuere, la interrumpibilidad se le ha seguido pagando a las multinacionales aunque, según diversas fuentes, a lo largo de los últimos años REE nunca ha echado mano de ella. No lo ha hecho por motivos obvios: el sistema está sobredimensionado (hay mucha más potencia que demanda). De todas formas, Energías Renovables se puso en contacto el año pasado con Red Eléctrica de España para solicitar información con respecto a la interrumpibilidad (no era la primera vez que lo intentábamos). Amablemente, REE nos conminó a enviar, por correo electrónico, la pregunta concreta que queríamos plantear. Así que nos dirigimos a REE, por escrito, exactamente en estos términos:
Saludos,
el dato que busco se refiere a la interrumpibilidad. Me gustaría saber cuántas órdenes de reducción de potencia dio REE a los grandes consumidores que sean proveedores de este servicio, y a cuánta potencia afectaron.
Gracias
¿Respuesta REE? La siguiente:
Buenas tardes, Antonio.
Sentimos no poder ayudarte en esta ocasión. Se trata de información confidencial que Red Eléctrica no puede facilitar.
Un saludo
En fin, que seguiremos intentándolo.
Las ayudas al carbón serían otro mecanismo para asegurar el suministro
¿Asegurar aún más el suministro, cuando tenemos más de 100.000 MW de potencia y el pico de demanda no llega a los 45? Además, el carbón ha de enfrentarse también a ciertos problemas ambientales... Porque no hay forma de generación de electricidad más contaminante que producir kilovatios hora quemando carbón. Pues bien, a pesar de todo, el carbón también ha recibido su cuota de millones entre 2010 (cuando entró en vigor esa subvención) y 2014 (cuando expiró). Eso sí, el ministro del ramo, José Manuel Soria -el hombre que nunca estuvo en el paraíso-, compareció en junio en el Senado para decir que, aunque las ayudas dispuestas en el real decreto de 2010 habían concluido el 31 de diciembre de 2014, Industria estaba diseñando ya un sistema de incentivos a la desnitrificación "para que el resultado sea el mismo que el del anterior sistema". ¿Me está diciendo que va a camuflar la subvención como ayuda para minimizar la contaminación? Más aún: el pasado 29 de enero, Soria se reunía con la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager para plantearle que aceptara "algún tipo de mecanismo de ayudas para garantizar la quema de carbón nacional". ¿Para qué? Para "no poner en riesgo la seguridad de suministro".
Ahora mismo el escenario es el siguiente: cada vez es más difícil venderle a la UE (o a la opinión pública) "ayudas al carbón", cada vez es más difícil vender en España "interrumpibilidad", y cada vez es más difícil, en general, vender "no kilovatios". Porque en España hay mucha potencia instalada, y porque la demanda -ocho años después de que estallara la crisis- sigue por debajo del nivel de 2006, o sea, que tenemos más máquinas que nunca para producir kilovatios, pero menos demanda que hace diez años. Además, las tecnologías renovables son cada vez más gestionables -léase la termosolar, que ya puede generar electricidad durante las 24 horas del día-; y, además, cada vez hay más bombeos ** en España (aproximadamente unos 6.000 MW) y los bombeos no son sino almacenes de electricidad. Según Mario Gaviria, que pasa por ser uno de los padres del ecologismo patrio, los bombeos, “y no el gas”, son, en su condición de almacenes potenciales de energías renovables, la clave de la transición energética: “la clave son los bombeos reversibles, y España está muy bien posicionada ahí, pues es la primera potencia mundial en bombeos”. Gaviria (1938) es Premio Nacional de Medio Ambiente por el Gobierno de España.
La cuestión clave es la siguiente: necesitamos asegurarnos de que no vamos a sufrir cortes de suministro. Y eso podemos hacerlo de dos maneras. Una: le decimos a los señores de los combustibles fósiles que llenen sus depósitos de gas o carbón y tengan las máquinas preparadas, al ralentí, por si acaso les necesitamos; y les pagamos al gas y al carbón un dinero por estar de guardia, por si sube mucho la demanda y no sopla el viento, y para que se pongan inmediatamente en marcha y a toda mecha. O dos: apostamos por almacenar energías... renovables (y no combustibles fósiles) para asegurarnos en todo momento el suministro. Gaviria propone bombeos ** y seguir apoyando, durante los próximos diez o doce años, a la termosolar, “el mayor éxito tecnológico de la historia de España”. En parecida línea, el Observatorio Crítico de la Energía ha publicado un informe titulado “Hacia un sistema eléctrico 100% renovable: El ejemplo de Francia y su extrapolación a España”, en el que revisa dos trabajos que presentan un enfoque similar, un enfoque que se centra en intentar describir cómo sería un sistema basado exclusivamente en fuentes renovables (sobre el particular publicamos un amplio reportaje en ER 150).
En todo caso, adelantamos las claves
El primero de los documentos que analiza el Observatorio –titulado "Vers un mix électrique 100% Renouvelable en 2050”– describe el posible funcionamiento del sistema eléctrico francés y ha sido elaborado por la agencia francesa Ademe (Agence de l’environnement et de la maîtrise de l’énergie). El segundo trabajo estudiado consiste en el diseño de un sistema eléctrico totalmente renovable para España realizado en la tesis doctoral de Santiago Galbete. La tesis de Galbete plantea dos escenarios de cobertura de la demanda 100% renovable. En el primero, denominado “España-1”, la garantía de suministro se consigue instalando ocho gigavatios (8 GW) de potencia renovable controlable (centrales de biomasa, geotérmica o solar termoeléctrica con sales fundidas) y aumentando la capacidad de bombeo hasta los 9 GW (actualmente hay 6 GW y 3,3 en proyecto). En el escenario “España-2”, la capacidad de bombeo requerida se limita a 6 GW y la potencia renovable controlable aumenta hasta 12 GW. Los estudios e informes que van en esa dirección son cada vez más. Frente a ellos, el discurso oficial de la CE es "aumentar las interconexiones", lo que responde al paradigma clásico de "hay que hacer más carreteras".
La Unión Europea importa el 53% de toda la energía que consume -el dato es de la propia UE-, y ello le cuesta a la economía de la Unión más de mil millones de euros al día. El Viejo Continente depende pues en una muy gran medida de recursos que no puede controlar (no controla el suministro, y no puede controlar tampoco los precios). La seguridad energética -concepto clave de la nueva política energética europea- seguramente no pasa (solo) por construir nuevas infraestructuras (las famosas interconexiones que vende ahora todos los días el comisario Miguel Arias Cañete, de Acción por el Clima y la Energía). La seguridad energética no pasa tampoco por construir formidables gasoductos (¿para que circule por ellos el gas magrebí?). Y no pasa exclusivamente por montar multimillonarios cables submarinos para conectar la península con el continente (¿para asegurar aún más el suministro en un país sobrado, desde 2008, de seguridad?). Tampoco pasa, evidentemente, por seguir subvencionando los "no kilovatios" de las multinacionales del gas y del carbón (subvenciones para que estén en guardia cuando resulta que no solo andamos sobrados de potencia, sino que llevamos tiempo estando mermados de demanda).
La seguridad energética, seguramente, pasa por fomentar las energías renovables, energías autóctonas, es decir, energías que sí independizan, sí aseguran la independencia de suministradores y precios. Y pasa por fomentar el almacenamiento de energías renovables mediante tecnologías renovables: plantas de biomasa, centrales termosolares, bombeos... La Comisión Europea ha publicado un informe según el cual "numerosos mecanismos de capacidad existentes se diseñaron sin evaluar previamente si en el mercado de referencia existía un problema de seguridad de abastecimiento" (o sea, que los gobiernos no estudiaron si de verdad eran necesarios -o no- esos mecanismos, esas subvenciones)... La CE acaba de publicar un informe según el cual "muchos Estados miembros no evaluaron adecuadamente cuál sería la mejor forma de incrementar la seguridad de suministro" (en España, para solucionar el presunto problema de seguridad lo que decidieron los gobiernos -PP y PSOE- fue subvencionar al gas natural y al carbón)... Acaba de publicar un informe según el cual, en la mayoría de los países, el precio pagado por capacidad en el sector de la electricidad "lo establece el Estado miembro o se negocia bilateralmente entre el Estado miembro y el proveedor de capacidad, lo que crea un riesgo grave de exceso de pago, subvencionando así al proveedor".
El informe de la CE sobre los mecanismos de capacidad concluye que estos "pueden incrementar la seguridad del suministro de electricidad, pero muchos Estados miembros deben ser más rigurosos a la hora de evaluar si son necesarios y a la hora de diseñarlos para garantizar que estén bien orientados y sean más rentables". Y es que, según la CE, "mecanismos de capacidad innecesarios y mal concebidos pueden falsear la competencia, obstaculizar los flujos de electricidad transfronterizos y hacer que los consumidores paguen un precio excesivo por la electricidad". Por ello, la Comisión pide a los Estados miembros, a las partes interesadas en el sector de la electricidad y a otras partes que presenten observaciones sobre estas "conclusiones iniciales" del informe antes del 6 de julio de 2016. A la luz de los comentarios recibidos, la Comisión publicará un informe final (sobre los resultados de la investigación sectorial) este mismo año. Aunque es difícil precisar con exactitud la cantidad, dada la diversidad de mecanismos ideados para subvencionar al gas y al carbón, España ha invertido en "mecanismos de capacidad", desde 2008, más de 7.000 millones de euros, unos 1.000 millones de euros al año.
El complejo hidroeléctrico de bombeo de Cortes-La Muela (Valencia), inaugurado en octubre de 2013, es el mayor de toda Europa: tiene 2 GW de potencia y exigió una inversión de unos 1.200 millones de euros, según Iberdrola.
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Bombeos
Dos embalses, hermanados, conectados por un tubo que obra a modo de cordón umbilical. Uno de ellos, ubicado a una cota unos cientos de metros más elevada que la que ocupa el otro. Dos embalses y una solución: de madrugada, cuando el país aún duerme y cae enormemente la demanda, desde el embalse situado a cota más baja el operador bombea agua al que se encuentra más elevado. La bombea para embalsarla allí y tenerla disponible al día siguiente, cuando despierte el país, todos encendamos la luz y suba en pico la demanda a las ocho de la mañana. Entonces, desde el embalse de arriba, el operador dejará caer el agua (salto hidráulico) y generará con ella la electricidad que a esa hora será necesaria. Bombeo reversible, por aquello de que el agua circula en ambos sentidos: de abajo a arriba; y de arriba a abajo. La idea es sencilla: enviamos agua al embalse superior cuando la electricidad es barata –a las tantas de la mañana, cuando ha bajado la demanda- y dejamos caer ese agua (la turbinamos, producimos kilovatios) cuando la demanda (y el precio) son altos. Un bombeo es, pues, un sistema de almacenamiento. En España hay algo más de 6.000 MW de bombeos (más 2.000 en proyecto).
http://www.energias-renovables.com/articulo/mas-mecanismos-de-subvencion-para-el-gas-20160415
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