El petróleo seguirá bajo. Foto: Getty
Esta semana se ha conocido el acuerdo al que parecen haber llegado algunos de los más importante países productores de petróleo: Arabia Saudí, Rusia, Qatar y Venezuela. El acuerdo es para congelar la actual producción, no para reducir; se intenta que el barril del crudo no continúe con el descenso de su precio.
El acuerdo parecería de lo más loable y posibilista sino fuera por algunos peros. El primero es que parece que estos productores, desde hace algo más de uno o dos meses, no vienen ya aumentando su producción.
El segundo, que los inventarios de almacenamiento de petróleo en todos los sitios están al límite y, según parece, no hay ya sitio donde almacenar más oro negro, concretamente el que se bombea en estos momentos. El tercero es todavía más contundente: en estos cuatro países, los presupuestos y toda su economía gira en torno a los ingresos fiscales proporcionados por el crudo, por lo que están interesados que el precio suba. El cuarto, que estos mismos países han derrochado los ingresos del crudo y algunos están en guerra y en otros su situación es desesperada; ninguno ha sabido diversificar en otra actividad más allá de seguir bombeando. El quinto radica en el auténtico problema del desplome del precio del petróleo, el exceso de oferta, repito exceso de oferta, y ya que hablamos de oferta, ¿dónde están las compañías de fracking americanas e Irán en el acuerdo?
El sexto, que a largo plazo el petróleo es ya una fuente de energía en declive frente a otras, más limpias y mejor distribuidas. El séptimo es que EEUU puede convertirse en un activo exportador de petróleo, superando su actual papel de productor para consumo interno. El octavo, que la tecnología abarata hace eficientes técnicas de producción de petróleo que hasta ahora eran deficitarias.
El noveno: cuanto más barato sea el petróleo, mayores dificultades tendrá el Estado Islámico para su financiación y la de sus ramas terroristas. El décimo y, para los economistas, también contundente: que no sabemos cuál es la curva de demanda, aun cuando no vemos crecimiento de la misma, ni tampoco la de oferta, aun cuando sabemos que aumenta.
Con un aumento de la oferta y, en en el mejor de los casos, mantenimiento de la demanda, los precios difícilmente subirán. Y si metemos en la ecuación que los productores están necesitados de ingresos por ventas, ¿nos creemos lo de congelar producción? Vaya un dato que habla por sí mismo: en enero el volumen de la extracción de petróleo de las compañías rusas había alcanzado su récord absoluto de los últimos diez años: más de 10,8 millones de barriles al día. Por tanto, si hablamos de congelación y no de recorte, los precios seguirán cayendo o incluso será más bajos. Los actuales bajos precios del petróleo han venido para mantenerse durante un periodo de tiempo de al menos seis o doce meses.
Dejémonos de que China consume menos y estupideces semejantes. China sigue consumiendo al igual que otras naciones, como mínimo igual cuando no es más; en el peor de los casos algo menos. Ya se sabe que a menor precio más consumo o mayor disposición al mismo; sin embargo el problema no está en la demanda, insisto una vez más; el problema es la sobreproducción existente: es un problema de oferta .
¿Alguien es capaz de explicar por qué el cambio de modelo chino conlleva una menor demanda de petróleo, cuando precisamente el cambio es potenciar el consumo interno sin reducir la producción manufacturera de exportación? Insisto una vez más, el problema del petróleo es el de la superproducción. Superproducción porque Arabia Saudí o los otros tres países saben que el petróleo está condenada a ir perdiendo su papel preponderante.
Pero también lo sabe Irán y este país tiene prisa por sacar todo lo que pueda de sus reservas, antes de que el petróleo se convierta en una energía como lo es actualmente el carbón, de segunda o tercera categoría. Irán va a necesitar dinero y eso solo es posible dándole masivamente al bombeo del, anteriormente, oro negro. Irán tiene prisa por comenzar a exportar petróleo, tiene capacidad para ello y además la extracción de su oro líquido es de coste muy bajo.
Este grandilocuente anuncio de congelación no responde más que al miedo que tiene la OPEP y Rusia a que el precio de petróleo permanezca en los niveles actuales. Incluso que pueda caer más, lo cual ya sería dramático para sus países y sus cuentas públicas.
Lo es porque hoy EEUU es autosuficiente y no descarten que comience a exportar pero, sobre todo, porque la irrupción de Irán complica en sobremanera el acuerdo de la congelación. Irán va a exportar petróleo y por tanto la oferta aumentará; una oferta, insisto, que se enfrenta a la competencia de nuevas energías.
El anuncio es papel mojado, además, porque lo que se ha presentado como un éxito es en sí un fracaso. La reunión de estos cuatro países no era para congelar; el intento era realmente para reducir su producción en aproximadamente un 5 por ciento. La congelación de la producción no es ni siquiera una victoria pírrica, es un fracaso.
El hecho de que se haya aceptado mantener un volumen tan alto de extracción, dada la abundante oferta de petróleo existente, carece de todo sentido común.
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