Bolivia, a la zaga en el ranking 2015 de minería
Lejos
de mejorar su posición como país minero, Bolivia continúa su
ininterrumpido retroceso en la valoración internacional que hacen
expertos y ejecutivos de empresas mineras. Esto es lo que se deduce de
los datos del ranking 2015 del Instituto Fraser de Canadá, considerado
como la referencia más seria e influyente en información relativa al
atractivo de los países para captar inversión en minería.
En efecto, en la encuesta 2015, Bolivia ocupa el puesto
95 en la tabla de 109 países evaluados, que mide el Índice de Atracción
de Inversión en minería; en la encuesta de 2014, Bolivia aparecía en el
puesto 94, entre 122 países. Dentro de América Latina, Bolivia ocupa el
lugar 16 de 26 países y regiones mineras, entre las cuales figuran cinco
provincias argentinas. En Sudamérica, Bolivia se ubica únicamente por
encima de Uruguay y Venezuela, y con un puntaje muy por debajo de países
como Chile, Perú, México, Colombia y Brasil, que encabezan el ranking
latinoamericano.
El Índice de Atracción de Inversión refiere tanto el
potencial minero de los países como la percepción de la aptitud de las
políticas gubernamentales para captar inversiones, evaluándose aspectos
tales como la regulación ambiental y laboral, el régimen tributario, las
barreras arancelarias, la estabilidad política, el sistema legal y el
grado de incertidumbre en la aplicación de las normas, la protección de
los derechos mineros, la infraestructura, la información geológica, la
habilidad y experiencia de la fuerza laboral. Se trata, entonces, de una
medición que cubre el conjunto de condiciones esenciales para quienes
toman decisiones de inversión. Precisamente, para el Instituto Fraser,
la percepción de la calidad de las políticas mineras tiene una
incidencia de más o menos 40% en las decisiones de inversión, mientras
que el 60% reflejaría la valoración del potencial económico de los
yacimientos mineros.
DESCENSO. De mal en peor. Pero una vez más Bolivia
conforma el grupo de los países peor valorados en su atractivo de
inversión en minería, habiendo descendido en el ranking 2015 en diez de
los indicadores medidos, en comparación con los resultados de 2014,
incluyendo una percepción muy negativa de la política minera así como de
los sistemas legal y tributario. Pero no solo eso. En realidad las
peores calificaciones que obtiene Bolivia tienen que ver con la
incertidumbre y disputas sobre derechos y yacimientos mineros, por un
lado, y con las regulaciones, contratos laborales e interrupciones en el
trabajo, por otro. Notablemente, en esos dos indicadores Bolivia ocupa
el último lugar entre todos los países evaluados.
Se desvela así la intensa preocupación de las empresas y
expertos por la inseguridad jurídica en las posesiones mineras —origen
incesante de conflictos—, y también por el deterioro de las relaciones
laborales debido, entre otras razones, al fuerte incremento del costo
laboral.
ARGENTINA. El viraje de Argentina en política minera.
Durante varios años, Argentina ha compartido con Bolivia el dudoso
privilegio de ser percibido con recelo por el capital extranjero y por
ahuyentar las inversiones mineras en su territorio. El ranking 2015 de
minería refleja el mismo panorama de desconfianza: regiones argentinas
como Santa Cruz, Río Negro, Mendoza, La Rioja, continúan hundidas en los
últimos lugares de la tabla del Índice de Atracción de Inversión. No
obstante, en este comienzo de 2016, hay señales de cambios importantes
en la política argentina con relación al tratamiento de las inversiones
en minería.
En efecto, el pasado 12 de febrero, el nuevo gobierno de
Mauricio Macri ha anunciado la eliminación del impuesto del 10% sobre el
valor exportado de minerales —medida aplicada por el gobierno
kischnerista precedente y que había colocado a la minería argentina en
una posición no competitiva frente a la minería de otros países vecinos.
Como era previsible, dicho anuncio ha sido inmediatamente celebrado por
las empresas, que ven en él (así como en otras medidas como la
eliminación del impuesto a las reservas mineras), una fuerte señal de
que Argentina se encamina a revertir la caída de las inversiones mineras
y que su propósito es hacer de la minería un sector económico con
oportunidades y con mayor competitividad al aplicar un sistema
impositivo mucho más acorde al nivel de los impuestos que se pagan en
Perú, Chile, Colombia, Brasil y México.
Y es probable que la respuesta del mundo empresarial no
se deje esperar. Por la dimensión de la economía argentina, su
desarrollo industrial y tecnológico, su capital humano, sus recursos
naturales, su mayor fortaleza institucional y otras ventajas
comparativas, en un ambiente favorable a las inversiones, como es el que
ahora se configura, es plausible que la minería argentina esté en
condiciones de despegar. De modo tal que quizá la novedad del ranking
2016 sea ver a las provincias argentinas escalando posiciones en el
Índice de Atracción de Inversión en minería.
Mutaciones así no son infrecuentes en la historia. Vale
la pena recordar que también en el Perú, durante el actual gobierno de
Ollanta Humala, se dieron dos reducciones consecutivas de tributos
mineros, enviándose con ello señales positivas a la inversión. El
resultado alcanzado está a la vista: Perú se ha afirmado en pocos años
como uno de los países mineros más pujantes y con gran atractivo para la
inversión extranjera. En 2015, la minería peruana recibió más de $us
7.000 millones de dólares de inversión, a pesar del desplome de los
precios internacionales. La encuesta de 2015 ratifica ese notable
avance: Perú es el número dos en el ranking latinoamericano, tan solo
superado por Chile.
RECTIFICACIÓN. Romper el inmovilismo. Observando el
viraje de la política argentina, uno se pregunta cuánto más tendremos
que esperar en Bolivia para seguir los mismos pasos, es decir para dar
también aquí una señal inequívoca de rectificación y de un nuevo rumbo
para la actividad minera, ofreciendo garantías firmes de estabilidad
contractual y protección a las inversiones, de impuestos razonables y
competitivos, de costos laborales sostenibles, de reglas claras en la
relación de las empresas con las comunidades rurales, de decisiones de
política minera técnicamente concertadas. Si ello se hiciera a buen,
seguro que la percepción negativa sobre el país comenzaría a trastocarse
en una recuperación de confianza progresiva.
En la encuesta 2015 del Instituto Fraser, Bolivia ocupa
el lugar 22 en el Índice de Oportunidades de Mejora; en 2014 se
encontraba en el puesto 10. Vale decir que aunque también en este
aspecto el país ha retrocedido, todavía el mundo empresarial percibe que
en Bolivia hay margen para mejorar la capacidad de atraer inversiones.
Esto, claro está, siempre y cuando se haga lo que tiene que hacerse para
mejorar el clima de inversión. Nuestro drama es que seguimos atrapados
en la inercia y el inmovilismo. Y así, día que pasa, la sequía de
inversiones mineras se hace más evidente, lo mismo que el desempleo y la
crisis social que ya se irradian en los centros mineros del país.( La
Razón)
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