Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
La noticia se difundió pero casi no tuvo repercusión en los medios de comunicación nacionales. La Argentina ha propuesto a Chile y Bolivia establecer una estrategia común frente a la creciente demanda de litio. Probablemente los tiempos electorales no permiten adentrarse en temas estructurales y estratégicos, o la falta de un conocimiento acabado del tema han hecho que pase como un dato más.
Pero no es un dato más. Entre los tres países concentran el 85% de las reservas mundiales de litio, a tal punto que la región fue denominada como la “Arabia Saudita del litio” por la revista Forbes. De los 3 países, Bolivia concentra el 50% del total, pero casi no lo explota, mientras que Chile es el primer exportador mundial.
La famosa crisis del petróleo se viene anunciando hace muchos años pero la tecnología ha permitido que, por ahora, aparezcan nuevos reservorios que aseguran más tiempo de vida a este recurso fósil que ha movido y mueve grandes intereses en todo el mundo.
Pero lo que pone freno al petróleo es la contaminación ambiental. La quema de combustibles fósiles (petróleo y gas) explica una parte del proceso de calentamiento global generado por la emisión de gases de efecto invernadero. Frente a ambas posibilidades, el mundo se puso a buscar sistemas alternativos y el descubrimiento de las aptitudes del litio está generando grandes movimientos de capital en su búsqueda.
Este metal se encuentra en los grandes salares, asociado, principalmente, al cloruro de sodio, que fue siempre la explotación principal en los salares. No obstante, hace casi dos siglos se descubrieron propiedades medicinales del litio para el tratamiento de ciertos procesos depresivos, y más en la modernidad, como componente de medicamentos utilizados para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Pero la verdadera revolución se dio cuando se pudo establecer la aptitud del metal para acumular energía, y así, todas las baterías que alimentan a teléfonos celulares y computadoras portátiles, están compuestas en base a ion litio, que tiene la particularidad de no generar “efecto memoria”, como ocurría con las viejas baterías de cadmio.
En una columna publicada en Los Andes el 31 de enero de 2010, titulada “La fiebre del litio” explicábamos en detalle las características del negocio y sus posibilidades de expansión con el consiguiente beneficio económico.
Pero el tema no estaba en la agenda de la Argentina. Recién apareció luego de una visita de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner los países árabes.
Rodolfo Tecchi, director de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia argentino, manifestó que “en un futuro cercano y con una producción plena, Bolivia, Argentina y Chile van a manejar el mercado del litio. Podrían hacerlo en una suerte de Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP)”.
El funcionario señaló que “se podrían establecer mecanismos de control de la oferta de carbonato de litio, evitando distorsiones por sobreproducción, que impliquen bajas en el precio internacional”. Es que aún Bolivia no ha iniciado la producción frente a una demanda que crece a un 4,5%. Según explicó Tecchi, el crecimiento del valor de la tonelada de carbonato de litio es sostenido. En los últimos dos años pasó de 2.500 a 6.500 dólares la tonelada.
Creciente interés
La Argentina es, de los tres países, el que posee la menor cantidad de reservorios, aunque son muy importantes ante el valor del producto. Hoy, el mayor volumen se extrae del Salar del hombre muerto, en Catamarca, pero hay marcado interés en yacimientos de Salta, como Salinas Grandes y también en Jujuy.
La cantidad de permisos de exploración concedidos por estas provincias superan los 100, siendo los interesados todas empresas mineras extranjeras. En algunos casos, asociadas con automotrices, como Toyota y Mitsubishi.
La incorporación del litio a la agenda estratégica argentina quedó reflejada en el pedido que la presidenta hizo al presidente de General Motors Argentina para que inviertan en una planta para fabricar baterías en Argentina. La automotriz fue pionera en presentar el primer automóvil híbrido (con dos motores, uno eléctrico y otro convencional), el Volt.
Las empresas se están movilizando a mucha velocidad. El avance en la investigación acerca del desarrollo de vehículos eléctricos con baterías de litio todavía no se ve reflejado en el mercado. En el mundo hay un parque de 100.000 unidades de este tipo, aunque se estima que en los próximos 5 años llegue a 2,5 millones de unidades.
El problema regulatorio
El objetivo de una coordinación de oferta, tipo OPEP, como se plantean los funcionarios argentinos, choca con la realidad de la legislación argentina, que ha quedado muy laxa frente a la velocidad con la que se suceden los acontecimientos.
Argentina debe revisar la Ley de Inversiones Mineras, que se sancionó durante el gobierno de Carlos Menem. En esa época, el precio de los metales estaba muy deprimido y nadie invertía si no recibía incentivos pero, actualmente, el mayor incentivo son los precios de los metales. Lo señalado para el litio vale para el cobre o el oro.
Con la ley actual, el Estado nacional no es dueño de los recursos sino que lo son las provincias y éstas perciben un magro 3% en concepto de regalías. El negocio está y es real pero pasa por otras manos.
La posibilidad de convertir al litio en un recurso estratégico dependerá del tratamiento legislativo que reciba en la materia. Sólo con declaraciones o expresiones de voluntad no se conseguirá nada. Ni siquiera las provincias involucradas han tomado alguna iniciativa en la materia y requeriría un mecanismo de consulta.
Por otra parte, la sobreabundancia de proyectos sin mayores explicaciones está poniendo en alerta a muchas comunidades que no están de acuerdo con las mismas y ya se han planteado medias judiciales.
Lo cierto es que el litio ya se ha convertido en objeto de negocios muy jugosos ya que el 86% de las reservas mundiales están en un pequeño sector de Sudamérica. Todos los miran pero no hay una visión clara de la verdadera dimensión que puede alcanzar como para que se genere una estrategia al respecto.
Pero no es un dato más. Entre los tres países concentran el 85% de las reservas mundiales de litio, a tal punto que la región fue denominada como la “Arabia Saudita del litio” por la revista Forbes. De los 3 países, Bolivia concentra el 50% del total, pero casi no lo explota, mientras que Chile es el primer exportador mundial.
La famosa crisis del petróleo se viene anunciando hace muchos años pero la tecnología ha permitido que, por ahora, aparezcan nuevos reservorios que aseguran más tiempo de vida a este recurso fósil que ha movido y mueve grandes intereses en todo el mundo.
Pero lo que pone freno al petróleo es la contaminación ambiental. La quema de combustibles fósiles (petróleo y gas) explica una parte del proceso de calentamiento global generado por la emisión de gases de efecto invernadero. Frente a ambas posibilidades, el mundo se puso a buscar sistemas alternativos y el descubrimiento de las aptitudes del litio está generando grandes movimientos de capital en su búsqueda.
Este metal se encuentra en los grandes salares, asociado, principalmente, al cloruro de sodio, que fue siempre la explotación principal en los salares. No obstante, hace casi dos siglos se descubrieron propiedades medicinales del litio para el tratamiento de ciertos procesos depresivos, y más en la modernidad, como componente de medicamentos utilizados para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Pero la verdadera revolución se dio cuando se pudo establecer la aptitud del metal para acumular energía, y así, todas las baterías que alimentan a teléfonos celulares y computadoras portátiles, están compuestas en base a ion litio, que tiene la particularidad de no generar “efecto memoria”, como ocurría con las viejas baterías de cadmio.
En una columna publicada en Los Andes el 31 de enero de 2010, titulada “La fiebre del litio” explicábamos en detalle las características del negocio y sus posibilidades de expansión con el consiguiente beneficio económico.
Pero el tema no estaba en la agenda de la Argentina. Recién apareció luego de una visita de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner los países árabes.
Rodolfo Tecchi, director de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia argentino, manifestó que “en un futuro cercano y con una producción plena, Bolivia, Argentina y Chile van a manejar el mercado del litio. Podrían hacerlo en una suerte de Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP)”.
El funcionario señaló que “se podrían establecer mecanismos de control de la oferta de carbonato de litio, evitando distorsiones por sobreproducción, que impliquen bajas en el precio internacional”. Es que aún Bolivia no ha iniciado la producción frente a una demanda que crece a un 4,5%. Según explicó Tecchi, el crecimiento del valor de la tonelada de carbonato de litio es sostenido. En los últimos dos años pasó de 2.500 a 6.500 dólares la tonelada.
Creciente interés
La Argentina es, de los tres países, el que posee la menor cantidad de reservorios, aunque son muy importantes ante el valor del producto. Hoy, el mayor volumen se extrae del Salar del hombre muerto, en Catamarca, pero hay marcado interés en yacimientos de Salta, como Salinas Grandes y también en Jujuy.
La cantidad de permisos de exploración concedidos por estas provincias superan los 100, siendo los interesados todas empresas mineras extranjeras. En algunos casos, asociadas con automotrices, como Toyota y Mitsubishi.
La incorporación del litio a la agenda estratégica argentina quedó reflejada en el pedido que la presidenta hizo al presidente de General Motors Argentina para que inviertan en una planta para fabricar baterías en Argentina. La automotriz fue pionera en presentar el primer automóvil híbrido (con dos motores, uno eléctrico y otro convencional), el Volt.
Las empresas se están movilizando a mucha velocidad. El avance en la investigación acerca del desarrollo de vehículos eléctricos con baterías de litio todavía no se ve reflejado en el mercado. En el mundo hay un parque de 100.000 unidades de este tipo, aunque se estima que en los próximos 5 años llegue a 2,5 millones de unidades.
El problema regulatorio
El objetivo de una coordinación de oferta, tipo OPEP, como se plantean los funcionarios argentinos, choca con la realidad de la legislación argentina, que ha quedado muy laxa frente a la velocidad con la que se suceden los acontecimientos.
Argentina debe revisar la Ley de Inversiones Mineras, que se sancionó durante el gobierno de Carlos Menem. En esa época, el precio de los metales estaba muy deprimido y nadie invertía si no recibía incentivos pero, actualmente, el mayor incentivo son los precios de los metales. Lo señalado para el litio vale para el cobre o el oro.
Con la ley actual, el Estado nacional no es dueño de los recursos sino que lo son las provincias y éstas perciben un magro 3% en concepto de regalías. El negocio está y es real pero pasa por otras manos.
La posibilidad de convertir al litio en un recurso estratégico dependerá del tratamiento legislativo que reciba en la materia. Sólo con declaraciones o expresiones de voluntad no se conseguirá nada. Ni siquiera las provincias involucradas han tomado alguna iniciativa en la materia y requeriría un mecanismo de consulta.
Por otra parte, la sobreabundancia de proyectos sin mayores explicaciones está poniendo en alerta a muchas comunidades que no están de acuerdo con las mismas y ya se han planteado medias judiciales.
Lo cierto es que el litio ya se ha convertido en objeto de negocios muy jugosos ya que el 86% de las reservas mundiales están en un pequeño sector de Sudamérica. Todos los miran pero no hay una visión clara de la verdadera dimensión que puede alcanzar como para que se genere una estrategia al respecto.
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